AzulOscuroCasiNegro me ha encantado (y no soy el único).
Muchas veces le damos vuelta a lo forma como uno va a empezar un comentario o una opinión sobre una película, sabiendo que la primera frase empleada va a ser la que va dar el tono al resto. Pero, sinceramente, no encuentro otra forma mejor de iniciar esta entrada que de esta manera, a tumba abierta y con sinceridad. Y lo digo cuando he visto la película dos veces. Cuando me he reído con las mismas situaciones cómicas que me hicieron reír la primera vez que la vi. Porque la película me sigue sorprendiendo, divirtiendo, emocionando en las mismas secuencias, aun sabiendo la historia, y porque como hace siempre el buen cine, la segunda visión siempre enriquece. Porque incluso le he pasado la prueba del 9, llevarme a un amigo apasionado del cine de acción americano para ver como reaccionaba, y se la ha devorado con gusto, que os lo bueno que tiene las películas que te encantan.
Mi relación con el buen cine siempre se basa en sentimientos y emociones que me pueden llegar a provocar ciertas películas. Con AzulOscuroCasiNegro he vuelto a recuperar la sensación que tuve al ver ‘El hijo de la novia’, en un momento en el que por motivos personales llevaba tres años sin pisar una sala de cine y que esa película me hizo sentir, recuperar el gusto por las historias que me emocionan, algo que he vuelto a suceder con la película de Daniel Sánchez Arévalo. En palabras suyas:
AzulOscuroCasiNegro es una historia sobre personajes que luchan contra el destino, contra lo que se supone está escrito “en las estrellas”. Personajes atrapados al otro lado del cristal, ese fino cristal apenas perceptible, casi invisible pero imposible de obviar, que les separa de sus sueños, contra el que se golpean constantemente y olvidan a diario con la facilidad de un pececillo de agua dulce. Personajes que no saben diferenciar entre lo que quieren y lo que necesitan, a los que les cuesta renunciar, que lo quieren todo. Y que, poco a poco, deberán a aprender a dejar de resistirse, a dejar de nadar contra corriente, no como una muestra de conformismo, sino todo lo contrario, asumir sus propias limitaciones, para así poder empezar a avanzar. Poco a poco. Para acabar en un sitio completamente distinto al que soñaban, pero igual o más acogedor y placentero.
Eso es lo que se transmite en todas las historias que dentro de la película giran alrededor del eje central que conforma Jorge, el personaje interpretado por Quim Gutiérrez, que hereda un trabajo como portero que no le gusta, que va en contra de sus sueños, pero al que se tiene que agarrar para vivir, tal y como es la vida real.
Se nota en el guión, que Daniel quiere a sus personajes. Los diálogos no chirrían en ningún momento, van fluidos, se llegan a escuchar, ver y disfrutar con los ojos cerrados, la declaración de Paula a Jorge en la sala de visitas conviene escucharla así (hay clips de audio en la página oficial de la película en la zona multimedia), se huelen los dos años de trabajo, y se nota que a Daniel la historia le sale directamente de las tripas. Y digo que quiere a sus personajes y a sus actores, porque todos están fantásticos, se nota la buena mano del director y que los actores están encantados con el melocotón que les ha caído entre manos, desde Quim Rodríguez, que no necesita hablar mucho porque lo dice todo con la mirada, de un impagable Antonio de la Torre en el papel del hermano chuleta y jeta, pero de grandísimo corazón que tan bien sabe interpretar este actor, que logra que, cada vez que sale en pantalla, los ojos se vayan directamente hacia él, y Hector Colomé y Raúl Arévalo, perfecto en su contrapunto de amigo del protagonista, y Eva Pallarés, y en general todos, hasta llegar a Marta Etura, porque sinceramente, lo de esta actriz son palabras mayores. Su interpretación transcurre casi por completo entre las cuatro paredes de una habitación, y no importa porque llena la pantalla, el director lo sabe, la deja actuar, y que la cámara la mime, no entiendes como una personaje tan delicado haya acabado en la cárcel, soberbia la escena en la que lo explica, porque ahí entiendes muchas cosas de la película, vas comprendiendo la transformación que va sucediendo en el personaje de Jorge. Repito, palabras mayores lo de esta actriz.
Tan solo un pero, un final que me deja pensativo, se cierran todas las historias menos la central, y ahí me obligan a tener que buscar una explicación a lo que significa la imagen final, y es algo que da pie a muchas interpretaciones que no benefician al resultado final, si también se hubiese cerrado esta trama, aunque imagino que el director y guionista tendrá sus motivos para haberlo hecho.
Y así seguiría, y seguiría contando las delicias de esta gran ópera prima, donde el autor se ha puesto el listón muy alto para su siguiente trabajo, pero ya se ha ganado un espectador, y que espero y deseo tengan la paciencia los cines Renoir de mantenerla en cartelera el año que se merece, que el boca a boca de la gente que vaya a verla se propague. Como tantas otras veces he dicho, y aunque no sea una película de mi querido cine clásico, si decidís ir a verla, no os arrepentiréis, que tal y como está el coste de las entradas, es dinero muy, pero que muy bien aprovechado.
Enlaces de interés: * Entrevista en El País a Daniel Sánchez Arévalo * Comentan sobre AzulOscuroCasiNegro en Casiopea y Blogcinema
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